Todo comenzó allá por 1982, cuando una madre llevó al cine a su hijo de 6 años por primera vez. En uno de aquellos cines de antes, de pantalla enorme, se proyectaba E.T., y, desde aquel día, aquel niño descubrió una indescriptible necesidad por repetir la experiencia, una y otra vez...

domingo, 26 de junio de 2011

Hanna

Si ayer decía que el gran Woody Allen no había aprovechado una buena idea para hacer una maravillosa peli con su Midnight in Paris, algo parecido he de decir con Joe Wright y Hanna. Es cierto que, en caso de haber salido bien el asunto, y de que el director sí hubiese recogido el guante con solvencia, tendríamos solamente una estimable peli de acción, de esas que nos ayudan a soportar las altas temperaturas veraniegas, como ocurrió el pasado año con Salt, Expendables o El Equipo A. Pero qué bien nos hubiese sentado una de esas sesiones de adrenalina, tiros, saltos, buenos y malos. Tristemente, el director de Expiación ha decidido tirar por otro lado, y dejar su impronta de cineasta. Mecachis...



Efectivamente, sí había una buena idea. El argumento de Hanna está, desde el inicio, muy alejado de los típicos productos de acción, que no suelen ofrecer destacables novedades en sus premisas argumentales. Los guionistas han parido una historia lo suficientemente interesante como para que un artesano más acostumbrado al género nos hubiese hecho disfrutar de lo lindo. Joe Wright es un director de época, de dramas con corsé, como muy bien ha demostrado en Orgullo y Prejuicio y Expiación. Para ese cine, sí son necesarios los recursos estilísticos que en Hanna chirrían.

Pero, volviendo al argumento, hay que destacar la mezcla de cosas tan opuestas como El pequeño salvaje o la anteriormente citada Salt. Estamos ante una mezcla explosiva en la que una niña es criada en los helados bosques de Finlandia por su padre, para protegerla de una conspiración que amenaza sus vidas. Siempre resulta interesante comprobar las lecciones bien aprendidas por un niño en las artes asesinas (nunca recuerdo la peli de Bond en la que salía otra cría cabrona), y Hanna demuestra en su peli haber sacado muy buenas notas. La llegada de la chica a la civilización nos remite a cosas como Bourne, con escenas de acción bien rodadas, aunque con algún detalle de escasa credibilidad.

Pero hasta ahí, todo va bien. El verdadero, y gordo problema de Hanna, reside en toda la troupe de freaks que rodean a la protagonista. Sólo Eric Bana, actor de solvencia demostrada, parece poder salirse del perfil caricaturesco que abunda en la película. Duele especialmente el caso de la brillante Cate Blanchett, quien resulta patética dañándose las encías mientras se cepilla los dientes. Pero no es el peor rol. El asesino con chándal y mechas rubias es el personaje más estrafalario y vomitivo que yo al menos he podido ver en el cine comercial en los últimos tiempos. Y otros como el habitante de la casa de Hansel y Gretel, o la pareja compuesta por Jason Flemyng y Olivia Williams, no se quedan lejos en sus niveles horteras.

Todo eso hunde a una peli que tenía bastantes posibilidades, como decía antes, de haberse ganado al público. Lo mejor, además de su premisa inicial, es el trabajo de Saoirse Ronan, una cara angelical que hasta ahora siempre ha bordado sus trabajos en el cine, a pesar de su corta edad. A uno le gustaría que su personaje no se perdiese en el olvido y que algún productor avispado le mezclase en una peli con mi querido Jason Statham, en una producción dirigida por alguien más avezado en esto de las peleas y las persecuciones.

Me ha gustado Hanna, el personaje. La peli, no tanto.

Mi puntuación en IMDb:5.

Ficha en IMDb

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