Todo comenzó allá por 1982, cuando una madre llevó al cine a su hijo de 6 años por primera vez. En uno de aquellos cines de antes, de pantalla enorme, se proyectaba E.T., y, desde aquel día, aquel niño descubrió una indescriptible necesidad por repetir la experiencia, una y otra vez...

sábado, 24 de septiembre de 2011

No habrá paz para los malvados


Estoy poco, pero estoy. Este blog no es el mismo que llevaba siendo desde el 17 de marzo de 2008, cuando empecé a escribir sobre cine en otra comunidad bloguera. La vida te lleva a veces por senderos de difícil compatibilidad ya no con esta pasión, sino con la principal de todas, la de ir al cine y ver películas. Pero nunca me iré del todo. Me resulta imposible escribir y ver pelis, pero, cada vez que pueda, estaré por aquí. Me duele estar mucho menos de lo que me gustaría por los cuatro que sé que me siguen (si es que aún lo hacen) puntualmente, pero también por mi. Espero que algún día pueda volver a ser el bloguero fértil y constante que he sido durante tres años. Mientras tanto, seguiré por aquí, siempre que pueda. Y hoy, una buena peli española...




Enrique Urbizu es un outsider de nuestro cine, un fuera de la ley que nutre a esta industria del vigor y la originalidad de la que carece casi siempre. Porque si alguien, en España, hace cine negro, se rebela como un cineasta especial. Urbizu lleva unos cuantos años haciéndolo, con un puñado de pelis personalísimas, que no han cuajado como importantes éxitos de público, pero sí de crítica. Con todo, creo que no se le ha hecho justicia. Es cierto que en sus primeros años alternó ese cine de género estupendo con alguna comedia olvidable, pero con No habrá paz para los malvados se confirma como nuestro Dashiell Hammett, nuestro James Ellroy. Están sus guiones cualitativamente lejos de las obras maestras de ambos escritores, pero el espíritu, la atmósfera de sus historias cinematográficas nos remiten sin duda a aquellos ambientes de cigarrillo, perdedores, crímenes y bares. Y eso, en nuestro cine, no abunda.

Y es una lástima, porque ya Garci demostró en su día con sus dos Cracks que aquí se podía hacer cine negro. Urbizu, en su nuevo trabajo, retoma aquella senda de las pelis protagonizadas por el inolvidable Germán Areta al que ponía rostro Alfredo Landa. Otro actor de carácter, José Coronado, toma las riendas en otra estimable historia de las que no se suelen ver en nuestro cine.

Coronado se beneficia de los sólidos guiones que Urbizu pone en imágenes. Tanto La Caja 507 como No habrá paz para los malvados, historias escritas por el propio cineasta, son dos de los guiones más originales y rotundos del cine patrio de los últimos años. Ya el de La vida mancha, peli de Urbizu no escrita por él, sino por Michael Gaztambide, era bueno. Pero el de No habrá paz...es puritito cine negro, para regocijo de quienes amamos el género.

Efectivamente, los ingredientes están, al completo. Bueno, salvo la femme fatale que yo sí he echado de menos. Con el Santos Trinidad encarnado por José Coronado asistimos al nacimiento de otro personaje estupendo, el típico perdedor de novela pulp que bebe, fuma, mata y persigue una causa mucho más justa de lo que en un principio parece. Hay fisuras en el guión, pero es el precio a pagar por querer parir una trama nueva, inédita para quienes sólo encontramos satisfacción noir en el cine americano.

Porque es cierto que todo avanza rápido, que los giros de guión nos pillan desprevenidos. Pero eso no resta mérito. Estamos ante un ejercicio de lo más competente, una historia de buenos y malos desarrollada en ambientes barriobajeros tremendamente atractivos desde un punto de vista meramente cinematográfico. Las intenciones de Enrique Urbizu quedan claras desde la primera secuencia. Todos son malvados, aunque los motivos para serlo son radicalmente distintos. En esa primera escena hay lo que buscamos: un antro de mala muerta, un protagonista cabrón, tiros y muertos. La golosina perfecta.

Después viene el desarrollo de una historia sorprendente, que se muestra mucho más compleja de lo que parece. Se nos presenta, además, a unos personajes que parecen sacados de aquel cine negro de Hollywood, con sus polis, sus confidentes y sus jueces. No hay, como decía antes, chica, pero a cambio tenemos unos malos de nueva generación, unos hijos de puta del siglo XXI a quienes Urbizu inserta en su historia de una manera magistral, algo que, creo, muchos no compartirán conmigo.

En cualquier caso, la nueva asociación entre Urbizu y Coronado pone de manifiesto las evidentes intenciones de la pareja. Se trata de ofrecer aire fresco, de acogerse al cine de género para disfrutar de aquellas historias atemporales que tanto nos gustan. Los malvados de Enrique Urbizu son tan cinematográficos como Groucho Marx, Charlot o Mickey Mouse. Pero la diferencia es que éstos son nuestros malvados.

Buena peli, de las que no abundan en nuestro cine.

Mi puntuación en IMDb:7.

Ficha en IMDb

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