Todo comenzó allá por 1982, cuando una madre llevó al cine a su hijo de 6 años por primera vez. En uno de aquellos cines de antes, de pantalla enorme, se proyectaba E.T., y, desde aquel día, aquel niño descubrió una indescriptible necesidad por repetir la experiencia, una y otra vez...

jueves, 2 de julio de 2015

San Andrés



El género catastrófico es, probablemente, el más encorsetado en los lugares comunes que todo género que se precie ha de tener. Desde los 70, con aquellos exitazos perpetrados por Irwin Allen, el esquema se viene repitiendo: desastre natural, amenaza masiva y un reducido grupo de personajes que pelean por la supervivencia. Sólo en los efectos visuales, como es lógico, se aprecian novedades significativas. San Andrés visita esos lugares comunes, pero patina en los perfiles de los personajes. Eso sí, si te gusta este tipo de cine, te gustará.


 

Que los efectos visuales serían imponentes lo suponíamos. Que el planteamiento sería el que es, también. En San Andrés todo se derrumba de una forma tan espectacular que mientras la ves, piensas que ésta hubiese sido la peli perfecta para recuperar el “sensurround”, aquella experiencia desarrollada por Universal en 1974, que permitía sentir en las butacas de los cines las sacudidas provocadas por el seísmo en la película Terremoto. Que yo recuerde, sólo en aquel divertimento de Roland Emmerich titulado 2012, las cosas se derrumbaban de forma parecida.

Y luego está lo otro. Es evidente que en este tipo de cine la catástrofe importa más que quienes la padecen , pero en este caso nos quedamos con ganas de que se lleve a todos por delante. Nos presentan a un grupo de personajes del que sólo se pueden decir cosas malas: perfiles ñoños, previsibles, interpretados por un grupo de actores que podrían haber salido mejor parados, de no tener que lidiar con semejantes rasgos de personalidad. The Rock hubiese estado mejor si no le hubiesen obligado a compartir escenas dramáticas. Carla Gugino es una actriz estupenda, aquí la única capaz de aguantar el tipo. Ioan Gruffudd parece reírse de su personaje, arquetipo de malo al que espera un desenlace inevitable (lástima de aquellas pelis de Los 4 Fantásticos, porque a mi este tipo me parecía un muy buen Mr. Fantastic). Paul Giamatti quiere aportar calidad pero no puede. Y Alexandra Daddario estaba mucho mejor en True Detective, claro. Y además hay un niño repulsivo.

Pero a mi me gusta este cine. Siempre he disfrutado cuando Hollywood ha pretendido destruir el mundo.  Me gustaban las pelis de los 70, cuando Irwin Allen prácticamente inauguró el género con Poseidón, me gustaban las de los 90, con los meteoritos de Armaggeddon y Deep Impact, y me gustaban las locuras de Emmerich, quien podría haber firmado San Andrés, que bebe descaradamente de El Día de Mañana y 2012.

Estamos ante cine veraniego, un blockbuster que sólo pretende hacer pasta. Como todos, por supuesto, pero bajo las premisas de un género muy definido y casi siempre rentable. En ese sentido, justo es reconocer que aquí, más que en ninguna otra superproducción de este verano, se ofrece lo que se promete. Si uno se mete en cine a ver una de Marvel, puede salir defraudado, aunque sepamos que son superhéroes, ya que hay más matices, más variables a tener en cuenta. Pero si te metes  a ver una peli de terremotos como San Andrés y sales cabreado, entonces no debiste de haber entrado. Hay honestidad en la propuesta.

La dirige Brad Peyton, que no es nadie. En su haber sólo encontramos la secuela de aquella floja versión de Viaje al Centro de La Tierra, también con The Rock. Es evidente que Warner ha pretendido eso que tanto se lleva ahora: contratemos a un bizcochable y limitado director que no haga cosas raras con lo que tenemos entre manos. Nada de rastros de autoría. Y además nos sale más barato.

Y el resultado es el deseado: planos generales para las escenas de destrucción de la ciudad y planos cortos para las peripecias de los que quieren salvarse. El mérito se lo llevan los responsables del CGI y las pantallas azules. California se viene debajo de una manera admirable. Y eso a mi me gusta.

 

Mi puntuación en IMDb: 6.


No hay comentarios:

Publicar un comentario