Mañana, Patrulla X. Hoy, Ron Howard. Y Ron Howard es un tipo que me interesa especialmente. Porque creo que es uno de los cineastas más atípicos del Hollywood de las últimas décadas, alguien que conoce la industria desde que era un crío (hay que recordar que empezó como niño actor en varias series televisivas de éxito) y que saltó a la dirección con una irregularidad y una diversificación temática pocas veces vista. Su última película es un pequeño bodrio, algó lógico si tenemos en cuenta que justo antes nos había regalado un par de pelis estupendas. Así ha sido toda su carrera. Hablemos de !Qué dilema!, y de su director, Ron Howard.
Hay muchos Ron Howard, fruto, como decía antes, de su condición de cineasta capaz de lo mejor y lo peor, pero también del tipo de película que dirija. !Qué dilema! es una comedia que le une a dos de los grandes referentes americanos en el género, dos de esos actores que podrán tener mucho tirón allí, pero que aquí interesan más bien poco. Vince Vaughn y Kevin James, junto a otros colegas como Adam Sandler, llevan unos añitos monopolizando ese cine mediocre que lo cede todo a la presencia de rostros que entran bien en el poco exigente paladar del espectador americano. De hecho, costaría reconocer a un director como Howard, por muy anárquico que sea en cuanto a géneros, como director de esta comedia.
Y es que el tipo, ganador de óscars y responsable de taquillazos sonados, se nos mete ahora a dirigir una comedia insulsa, que apenas cuenta nada y que desperdicia, además, a dos presencias femeninas con el encanto y talento de Winona Ryder y Jennifer Connelly. El tráiler interesaba, ya que apuntaba una idea siempre atractiva, una comedia de enredo medida, que trataba sobre las consecuencias de ocultar un secreto que podría alterar una aparente plácida existencia. Y, como tantas veces ocurre, una buena idea se queda en nada tras casi dos horas de metraje, que el señor Howard y su productor de siempre Brian Glazer podrían haberse ahorrado.
Las penurias de Vince Vaughn para salir indemne de una situación comprometida nos resultan plúmbeas, como, por otra parte, casi todo el cine protagonizado por esa lista de cómicos de los que hablaba antes. El caso de Vaughn es especialmente llamativo, ya que se ha convertido en un actor de comedia con menos vis cómica que un pedrusco, tras haber debutado como Norman Bates en aquel espeluznante remake de Psicosis. Poco nos importa qué hará para solventar en lío que se nos cuenta en la peli, que finalmente se cierra de una manera tosca, previsible y absurda.
Estamos, pues, ante una comedia de enredo que ni hace gracia, ni hace pensar, algo que se podría esperar teniendo en cuenta su premisa argumental. Creo que se trata de la segunda peor película como director de un Ron Howard que alcanzó cotas vomitivas infinitas con aquello de El Grinch. Y mira que contrastan estas dos horribles pelis con productos tan estimulantes para el espectador menos exigente como Willow, Cocoon o las dos adaptaciones de Dan Brown, El Código DaVinci y Angeles y Demonios, todas ellas entretenidas hasta las cachas. Por no hablar de ese cine tan exitoso también desde el punto de vista de la crítica, Cinderella Man, Una Mente Maravillosa, y, sobre todo, la que creo es su mejor obra, la espléndida Frost/Nixon.
Y mira que hasta los más grandes hacen de vez en cuando pelis malas, pero puede que lo peor sea el hecho de que con sus bodrios, Howard parece capacitado para repetirse más de la cuenta en esas lides horribles. Ahora se le ha anunciado como responsable de la adaptación de Stephen King, La Torre Oscura, novela que cuenta con una legión de seguidores que estarán temblando y preguntándose qué Ron Howard dirigirá la obra.
No me he centrado mucho en la peli, porque de verdad que no merece la pena. Me interesa bastante más la figura de su director, de quien siempre me ha llamado la atención su capacidad para dar una de cal y otra de arena. Aquí hay arena a toneladas.
Mi puntuación en IMDb:4.
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