Uno de los mejores documentales que he visto en mi vida es Man on wire, que ganó el Oscar en 2009 y
sobre el que yo hice una reseña en mi anterior blog, que podéis leer aquí. Nos
contaba la misma historia que ahora nos cuenta Robert Zemeckis en El desafío, la locura de Philippe Petit,
funambulista, cuando paseó por un alambre situado entre las Torres Gemelas. No
es de extrañar que Hollywood echara el lazo sobre la peripecia, porque, como
muy bien se contaba en aquel documental, aquella aventura fue épica, emocionante
e irrepetible. Y Zemeckis lo ha hecho bien. Cómo me gusta el cine de Robert
Zemeckis…
Quizás sea justo reivindicar la obra de un cineasta que este
año ha recibido multitud de elogios justo cuando se llegó a la fecha en la que
Marty y Doc, los protagonistas de Regreso
al futuro, viajaban en el tiempo. El pasado 21 de octubre de 2015 las redes
sociales se llenaban de homenajes a la mítica película, pero su director no era
excesivamente aclamado. Y conviene recordar que la filmografía de Robert Zemeckis
está repleta de películas estupendas, más allá de esa trilogía que yo también
amo con locura (ahí está el nombre de mi blog para demostrarlo...)
En mi opinión, lo mejor de Zemeckis es que no se repite. Es
un director enormemente comercial, uno de esos que tanto nos hizo disfrutar en
los 80 y 90 con su cine descarado, optimista, brillante, divertido y original,
con una variedad de historias admirable. Y que a partir del año 2000 mostró
especial interés en uno de los temas más universales: la soledad.
Es cierto que ya anteriormente había abordado el asunto: los
personajes de Jodie Foster en Contact
y de Tom Hanks en Forrest Gump nos
ofrecían, sin duda, una versión de ese sentimiento, el de dos caracteres
distintos, muy especiales y, quizás por ello, solitarios. Y con el nuevo siglo,
Zemeckis continuó hablando de soledad: obligada, repentina y traumática, como
en Náufrago, merecida y dickensiana
como la del Mr.Scrooge de su animada versión de Cuento de Navidad o
autodestructiva como la del personaje de Denzel Washington en El vuelo.
Que el Pilippe Petit de aquellos años 70 era también un
solitario no admite discusión. Y, por supuesto, El desafío habla también de soledad, la de un genio que, aunque
acompañado, se sabía sólo porque nadie podía en el fondo seguir su camino de
genial locura. Puede que éste sea el personaje más solitario de la filmografía
de Zemeckis. Al principio, un hombre y su sueño, después, un hombre y su
alambre…
El desafío
contiene muchas de las virtudes recurrentes en la obra de su director. Es
épica, entretenida, deliciosa y emocionante, y todas esas características se
anteponen al virtuosismo técnico y visual, que se pone de manifiesto, como no
podía ser de otra forma, en el paseo entre las Torres. Zemeckis, acostumbrado a
trabajar con efectos especiales, nunca se olvida de otras emociones que sabe
que el cine puede provocar, a través de sus historias y sus personajes. En ese
sentido, el trabajo de Joseph Gordon-Levitt es admirable, componiendo un
personaje tierno, capaz de transmitir emociones, deslumbrante desde esa
aparición inicial dirigiéndose al espectador desde lo alto de la Estatua de la
Libertad, en un acertado recurso narrativo que define desde el principio al
personaje.
Como en otras ocasiones, el cine es capaz de atraparte
aunque te conozcas el desenlace de la historia. Gracias a cineastas y
guionistas, disfrutamos con Titanic
aunque sabemos que se hundirá, con Valkyria
aunque sabemos que Hitler no murió y con El
desafío aunque sabemos que el gran Philippe no se cayó del alambre. La
historia es tan buena que se disfruta de principio a fin, desde los primeros
escarceos del protagonista con la soledad hasta la culminación del sentimiento
a más de cuatrocientos metros de altura.
Allí arriba, los magos de los efectos visuales hacen que
sintamos casi lo mismo que el caminante, un vértigo apabullante. Aunque bien
pensado, quizás esa sensación es muy distinta de la que sentía nuestro hombre
en aquella mañana de agosto. Viendo la hazaña en nuestra butaca, yo al menos me
alegro de que esta maravillosa forma de contar historias que es el cine
disponga de herramientas que nos permitan vivir experiencias así. Robert
Zemeckis usa en ocasiones los efectos especiales no para mostrarnos cosas
imposibles, sino para mostrarnos algo tan real como la ausencia de piernas del
personaje de Gary Sinise en Forrest Gump
o la majestuosidad de las Torres Gemelas.
En mi anterior entrada en el blog, sobre El puente de los espías, hablaba de los
problemas que pueden tener gente como Spielberg o Zemeckis hoy en día para
sacar adelante sus proyectos. Ojalá la cosa cambie, porque es difícil que los
nuevos cineastas alcancen la capacidad de aquéllos para hacernos soñar.
Mi puntuación en IMDb:8.
http://www.imdb.com/title/tt3488710/?ref_=nm_flmg_prd_2
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