Todo comenzó allá por 1982, cuando una madre llevó al cine a su hijo de 6 años por primera vez. En uno de aquellos cines de antes, de pantalla enorme, se proyectaba E.T., y, desde aquel día, aquel niño descubrió una indescriptible necesidad por repetir la experiencia, una y otra vez...

sábado, 7 de mayo de 2011

Carta blanca

Adoro a los hermanos Farrelly, y esa veneración está provocada por dos fechas, dos momentos en los que me reí en el cine con dos de sus películas, a mandíbula batiente, probablemente como nunca lo había hecho en una sala. Si en 1998 me harté a reír con Algo pasa con Mary, en 2001 me ocurrió lo mismo con Amor ciego. Con la primera me paso lo mismo que a mucha gente, teniendo en cuenta la taquilla que hizo. La segunda no es tan reconocida, pero yo he vuelto a verla hace unos meses y me he vuelto a descojonar. Los Farrelly son de esos cineastas que yo tengo marcados como imprescindibles, y, en mayor o menor medida, nunca me han fallado hasta ahora. Con Carta blanca creí que lo harían, pero la cosa se enderezó. Cómo me río con estos tíos...



Me gustan porque no se cortan. Peter y Bobby Farrelly son dos gamberros que ponen en pantalla el tipo de comedia que ellos querrían ver. Hay en su cine elevadísimas dosis de mala baba, de sexo, de escatología y, también, de crueldad. Porque crueldad es lo que se deriva de la manera en la que se reían de los gordos en Amor ciego, por no hablar de los chistes a costa de aquel personaje retrasado hermano de Cameron Díaz en Algo pasa con Mary. Pero lo hacen bien, y son capaces de no indignar. Puedo entender que no todo el mundo opine como yo, y que haya quien se moleste con estos perfiles de personajes en su cine. Yo detecté un enorme cariño en las tomas falsas de Mary, así como en las de otras de sus dos pelis que me gustan mucho: Pegado a ti y Amor en juego.

Lo que hacen estos dos es llevar al extremo las particularidades físicas y psíquicas de sus personajes. Son casi caricaturas, y esa versión exagerada provoca miles de carcajadas. Carta blanca abandona esa tendencia de mostrar a seres con problemas para cachondearse de la condición humana, del comportamiento habitual del ser humano en situaciones de matrimonio, de soltería, de enamoramiento o de impulso sexual. Los personajes ahora son seres preocupados, no ya por una tara o defecto físico o psíquico, sino por un desarraigo vital que les lleva a protagonizar gags simpáticos.

Porque, tristemente, no tenemos aquí momentos legendarios, sino sencillamente simpáticos. De hecho, la peli empieza bastante mal, con el freno de mano echado, hasta que las risas generosas vuelven a aparecer transcurrida la primera mitad del metraje.

Nos falla el reparto. Owen Wilson y Jason Sudeikis son dos tipos casados que reciben una semana de carta blanca por parte de sus esposas, lo que les da derecho a todo...Pero ninguno de los dos actores poseen esa mala leche de la que no carecían Jack Black o Jason Alexander en Amor ciego, o incluso Matt Damon y Greg Kinnear en Pegado a ti. Son blanditos, y la historia tampoco les permite lucirse. Puede que por esa razón los dos hermanos hayan plagado la peli de situaciones escatológicas, diálogos soeces y...penes y tetas. Han cambiado la vis cómica de sus protagonistas (deliciosamente simpática estaba la preciosa Cameron Díaz en Algo pasa con Mary...) por elevadas dosis de cacaculopedopis, aunque, por fortuna, con mucha más gracia y talento que en un American Pie o que en cualquiera de las comedietas juveniles que abundan en la actualidad.

Y el resultado no es tan brillante, aunque no decepciona. Carta blanca, como todo el anterior cine de los Farrelly, es una comedia no apta para ver con la pareja, sino con un grupete de colegas dispuestos a echarse unas risas. Es cine independiente, si por ello entendemos el hecho por unos cineastas que no se casan con nadie, que se ríen de lo políticamente correcto y que son capaces de ofrecer a un actor tan prestigioso como Richard Jenkins (el recientemente nominado pot The Visitor) un papel tan desatado como el que aquí interpreta.

No gustará a todos, pero no entendería que no gustase, sin ir más lejos, a quienes se tronchan con Torrente. Los Farrelly hacen lo mismo que Segura, aunque, en mi opinión, con mucho más talento.

Mi puntuación en IMDb:6.

Ficha en IMDb

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