Las dos sitcoms que he seguido esta temporada han estado a un nivel inferior al que tenían en sus comienzos, cuando me enganché irremediablemente a ellas. Pero si, como comentaba el otro día, How I met your mother ha sufrido un bajón notable, el de The Big Bang Theory ha sido más leve, bastante más...No ha mantenido la línea descacharrante de las anteriores temporadas, pero ha vuelto a proporcionar momentos absolutamente geniales. Esta sí me gustaría que fuese renovada hasta el infinito, porque con estos tipos, y con Penny, of course, las risas están aseguradas.
Despedíamos la tercera teporada con la duda acerca de la posibilidad de que Sheldon hubiese encontrado su media naranja en Amy, otra freak interpretada por Mayim Blossom Bialik. Una vez más, queda claro que esos sucesos que cierran la temporada no son más que la manera de los guionistas de cercar a la serie a la línea de todas: finiquitar temporada con algo llamativo para aumentar el hype en la siguiente. Amy, claro, no terminó siendo la novia de Sheldon, pero su affaire sirvió para que nos fuéramos de vacaciones expectantes. Algo parecido ha ocurrido ahora, con un edredoning impactante que tampoco creo que llegue más lejos.
La irrupción de Amy ha sido, argumentalmente, la novedad fundamental de la temporada. Pero otras dos chicas se han instalado en la serie, aportando aire fresco en una atmósfera que acongojaba demasiado a la buena de Penny, siempre víctima de los cuatro chalados. Bernadette es la novia de Howard, formando una pareja desternillante, y Priya, la hermana de Raj, lo es a su vez de Leonard, lo que ha provocado una gran tensión con Penny, quien aún demuestra arrepentirse por haber dejado al que era su cerebrito.
Y así ha transcurrido esta temporada. Las disparatadas relaciones sentimentales de Howard, Leonard y, a su manera, de Sheldon, no han impedido que las líneas básicas de la serie se mantuviesen. Hemos tenido más risas con gags relacionados con los cómics, el cine, los videojuegos o la tecnología. En ese sentido, The Big Bang Theory se consolida como lo que nació: la manera ideal de que los freaks se rían de ellos mismos, y de que se sientan cómplices de cuatro personalidades inolvidables, que, a esa pasión por la cultura popular suman la condición de mentes privilegiadas, lo que provoca las continuas carcajadas cuando su materia gris choca con la de Penny.
Me lo he pasado bomba, aunque, como decía más arriba, un poquito sí ha bajado el nivel. Puede que haya sido un error otorgar tanto protagonismo a Sheldon, una personalidad excesiva, el equivalente al Barney de HIMYM, que corre el riesgo de hastiar al espectador. Pero afortunadamente la inclusión de las chicas y la reivindicación de los otros tres han servido para que la cosa se enderezase.
Ojalá les tengamos en antena mucho tiempo más. Y ojalá que, como ha ocurrido hasta ahora, los intérpretes se mantengan en la serie y no se pongan a hacer pelis. Johnny Galecki, Jim Parsons, Simon Helberg, Kunal Nayyar y Kaley Cuoco serán siempre, para mi, Leonard, Sheldon, Howard, Raj y Penny, el grupo más simpático de la historia de la tele, a la altura de mis inolvidables Friends. Y que sea por mucho tiempo.
Ficha en IMDb
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