Hay afirmaciones que son difíciles de mantener, pero dicha dificultad contrasta con la satisfacción que produce el hecho de tener la posibilidad de hacerlo, con libertad y sin complejos. Y esto de los blogs lo permite, sin ambages ni temores a que alguien te acuse de hereje. Si yo digo que La casa de cera, peli de 2005 dirigida por el español Jaume Collet-Serra, es una de las más estimulantes cintas de terror aparecidas en los últimos años, alguien puede llevarse las manos a la cabeza, sobre todo si consideramos que entre el reparto estaba la buena de Paris Hilton. Antes de que nadie me fusile, he de puntualizar que dicha peli me parece el tuerto en el país de los ciegos, una leve subida del nivel mediocre (siendo generosos con el calificativo) que el género ofrece siempre. Collet-Serra se superó en 2009 con La huérfana, y ahora ha seguido subiendo con Sin identidad. Tenemos a un cineasta español en Hollywood, y lo hace muy bien.
Le falta, decididamente, un buen guión para dirigir, una historia redonda, para demostrar que su habilidad para ofrecer un producto atractivo en su envoltorio se mantiene con un libreto potente. Lo que de momento ha demostrado es rendir al máximo en producciones comerciales que en otras manos hubiesen pasado con más pena que gloria. En La casa de cera superó a todas esas cintas recurrentes de pandilla que llega a lugar inhóspito para ser acuchillados por familia de psychokillers; en La huérfana hizo lo propio con las pelis de niño malo, y ahora, con Sin identidad, mantiene el nivel de todos esos thrillers conspiranoicos entretenidos, como en su día hizo Polanski en su Frenético.
Pero, no nos engañemos, ninguna de las tres pelis es una maravilla desde el punto de vista de su guión. Centrándonos ya en Sin identidad, estamos ante un caramelito de una única capa golosa, ante una película divertidísima que cuenta una historia con más agujeros que un queso de gruyer. Pero benditas sean todas esas cintas que pasan por encima de la verosimilitud (siempre dentro de unos límites permisibles) para hacer que engullamos palomitas sin pestañear.
Nuestro paisano parece manejarse a la perfecciónen estas lides. Es capaz de impregnar a su película de un ritmo endiablado, desde la primera secuencia, con la llegada de la pareja Liam Neeson-January Jones a Berlín. Desde el primer plano, se intuye la emoción, el suspense, ese "aquí va a pasar algo que va a ser la leche". Y pasan cosas, vaya si pasan. Se nos ofrece un juguetito repleto de acción, intriga e interpretaciones estupendas, con un Liam Neeson del que deberían de tomar nota otros consagrados veteranos incapaces de firmar cintas comerciales mínimamente decentes (sí, sí, vosotros, DeNiro y Pacino). Y bien rodeado, con January Jones, Frank Langella, Aidan Quinn, Diane Kruger y Bruno Ganz. Un buen pack, un buen envoltorio, un magnífico continente mucho mejor que el contenido. Pero da igual, que el buen rato está asegurado.
Sobre la trama es mejor no contar nada. Quien disfrute con ese cine de falso culpable víctima de una red de mentiras, traiciones y sorpresas varias, lo pasará en grande. Por el contrario, quien reniegue de toda peli que presente lagunas argumentales, no la disfrutará. Lo que es innegable es la capacidad de Jaume Collet-Serra de atraparte, de crear eso tan difícil que comúnmente se denomina "atmósfera". Es, para entendernos, lo que supuraba el cine de Hitchcock, tan habitual en estas historias.
Y los números cantan. La taquilla ha hecho justicia porque el público agradece propuestas así. Me gustaría que Sin identidad recaudase más, sin ir más lejos, que los Piratas del Caribe, cuyas últimas aventuras me provocan una pereza que hará retrasar el visionado, aunque, como es lógico, terminaré cayendo (y como sea ésta como la 2 y la 3 me borraré del club de fans de Jack Sparrow)
Estaremos atentos a la carrera del director.Yo me atrevo a pronosticar que será de ésos que nunca ganará un Óscar, pero que nos hará pasar muy buenos ratos de cine.
Mi puntuación en IMDb:7.
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