Todo comenzó allá por 1982, cuando una madre llevó al cine a su hijo de 6 años por primera vez. En uno de aquellos cines de antes, de pantalla enorme, se proyectaba E.T., y, desde aquel día, aquel niño descubrió una indescriptible necesidad por repetir la experiencia, una y otra vez...

sábado, 15 de enero de 2011

Amor y otras drogas

Ya me fastidia disponer en estos días de menos tiempo para ir al cine justo cuando estoy estrenando blog, pero espero poder solucionarlo pronto y subir aquí mis opiniones sobre las pelis más destacadas de la cartelera, sobre todo si son tan buenas como ésta...Amor y otras drogas es un giro destacado en la filmografía de un director siempre competente, siempre interesante, Edward Zwick, quien abandona aquí la épica para adentrarse en el difícil mundo de la comedia romántica, aderezándolo con toques de drama como si quisiera filmar la Love Story de nuestros días. No es exactamente eso, pero sirve para pasar un rato ciertamente entretenido...


Para alguien que nos había ofrecido cosas como Resistencia, El Último Samurai, Diamante de Sangre, Leyendas de Pasión, Estado de sitio o Tiempos de Gloria, Amor y otras drogas era un reto, algo radicalmente diferente. Nada tienen que ver esas historias, alguna de ellas ambientada incluso en épocas pasadas, con la que ahora se nos cuenta, una historia de amor entre un seductor y ambicioso comercial farmacéutico y una chica enferma de Parkinson. Y puede que la inexperiencia del director en ese terreno haya beneficiado a una película que ofrece las dosis exactas de cada género, logrando que no sea empalagosa como ñoña comedia romántica, ni lacrimógena como drama susceptible de que acudamos al cine con los pertinentes kleenex.

Es de suponer que ahí, precisamente, radique el secreto del éxito que está obteniendo, hasta el punto de que se habla de ésta como una de las películas que podrían obtener importantes nominaciones a los próximos Óscar. Méritos no le faltan, porque en los aspectos básicos, está perfectamente cubierta: Edward Zwick se muestra hábil como un Garry Marshall o la mejor Nora Ephron, o incluso mejor que ambos, y la pareja protagonista está sencillamente espectacular.

Jake Gyllenhaal y Anne Hathaway habían coincidido hace unos años en Brokeback Mountain, la estupenda película de Ang Lee en donde ya eran pareja. Pero nada que ver con la química que desprenden en esta historia tan bien escrita, dirigida e interpretada. Como decía antes, todo parece pesado, medido y analizado hasta dar con las dosis exactas, las que hacen de Amor y otras drogas una de las mejores comedias románticas de los últimos tiempos, hasta el punto de parecer pertenecer a otro género, muy distinto a lo que estamos acostumbrados a ver.

La película no se separa de sus supuestas compañeras de género por el hecho de contar con un evidente componente dramático. Se intuye que el desenlace de la historia de amor puede no ser feliz, teniendo en cuenta la dolencia de ella, pero no es ésta la primera comedia romántica con ese perfil. Destaca, por el contrario, por la empatía que todos sentimos pronto hacia los protagonistas, quienes componen, sin duda, los mejores personajes de sus carreras.

Tenemos aspectos recurrentes en el género. El hermano del personaje de Gyllenhaal es el recurrente secundario freak, chistoso y cómico, cuyas andanzas y diálogos están perfectamente controlados y medidos. Hay, además, los típicos personajes negativos, los malos de la función, a quienes tampoco terminamos por odiar. Y hay amor y drama, sin que por ello tengamos que vomitar por empacho de merengue ni inundar la butaca de lágrimas.

Y es también un curioso retrato de una época reciente, cuando internet acababa de establecerse, cuando los móviles aún eran algo grandotes y cuando la pastillita azul que colabora en la gravedad de cierto apéndice hacía furor. Escenas como la del comienzo, con Jamie vendiendo televisores en los que, para demostrar la calidad de imagen y sonido, se proyecta Independence Day, o la afirmación del hermano de que todos están enganchados al incipiente porno por la red resultan clarificadoras.

Pero, por muchas virtudes que encontremos, ninguna destaca por encima de ellos. Jake Gyllenhaal y Anne Hathaway demuestran que tienen mucho que decir cuando la historia y los personajes son mucho más importantes que los efectos o el 3D. Poco después de verles en Prince of Persia y Alicia...parecen querer reivindicarse con una película que les permite demostrar su talento, en especial el de una chica que se enfrenta a un papel difícil, con esos temblores provocados por su enfermedad y su condición de escéptica ante el amor, que trata de evitar por considerarse incapaz de mantenerlo en el tiempo debido a su enfermedad. Dicen que Natalie Portman estará bien situada para ganar el Óscar por Black Swan, todavía pendiente de estreno, pero me da que muy bien tendría que estar para ofrecer un trabajo mejor que el de Hathaway.

Lo triste puede ser que los que huyen como la peste de las comedias románticas se queden sin disfrutarla. En ese sentido, los anteriores y taquilleros trabajos de su director, en especial El Último Samurai y Diamante de Sangre, pueden ser efectivos reclamos, por mucho que Amor y otras drogas se aleje de ellas en cuanto a género y pretensiones. Sería una pena que esta película quedase relegada a ese sector maduro de la audiencia que suele frecuentar los cines cuando afloran las historias de amor. Porque, Amor y otras drogas es una magnífica comedia romántica, pero muy distinta a todo lo que acostumbramos a ver. Y mucho mejor.

Mi puntuación en IMDb:8.

Ficha en IMDb

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