Parece ser que se trata de un problema de adaptación. El cómic de Grant Morrison y Frank Quitely se servía de doce entregas para narrar una historia algo más compleja y elaborada que de costumbre en los tebeos de superhéroes. Y en la película todo se ventila en unos escasos 75 minutos, que se antojan claramente insuficientes. De ahí surge la sensación de que todo va demasiado rápido, de que se abren tramas sin que se cierren otras. Se nos cuenta básicamente el complot de Luthor para envenenar a Superman, provocándole un estado terminal. Sin duda el tema de la muerte parece perseguir al Hombre de Acero en los cómics, ya que han sido varios los que han jugado esa baza. En medio, monstruos interplanetarios, apariciones estelares de los típicos personajes del universo de Superman, y, lo mejor sin duda, la revelación por parte de Clark a Lois de su identidad secreta, con el consiguiente paseo por la Fortaleza de la Soledad y un vuelo conjunto que, aunque distinto a causa de un suero que se bebe la chica, recuerda a la maravillosa escena del Superman de Donner de 1978, con los acordes de Can't you read my mind...
Porque lo que sí tienen en común todas estas producciones animadas, independientemente de la valoraciópn global como película, es el respeto venerable hacia una mitología que se ha instalado en el corazón de millones de lectores y seguidores de los personajes en todas estas décadas. Es inevitable mostrar emoción y complicidad cuando vemos en pantalla a Lois, a Ma y Pa Kent, a Perry White y el Daily Planet, a Luthor...Es cierto que Superman, al contrario que Batman, se ha visto siempre encorsetado por su escasa presencia de villanos carismáticos, lo que en muchas ocasiones ha provocado que los guionistas deban de recurrir, en el cine y en los cómics, a la manida historia de la destrucción del planeta Krypton y la llegada de su último hijo a la Tierra. Pero toda esa galería de secundarios y referentes constituyen un universo siempre entrañable.
Dirige Sam Liu, responsable de películas animadas de DC y Warner, que se muestra, como decía antes, totalmente comprometido con la iconografía del personaje. A mi, sin haber leído el cómic, y además de ese guión deficiente, me chirrían los dibujos, excelentes a la hora de mostrar a Superman pero fallidos cuando se trara de hacerlo con otros personajes. Perry White, por ejemplo, resulta ciertamente grotesco. En las voces encontramos a tipos nuevos, como James Denton como Superman/Clark, o como el gran Anthony LaPaglia, como Luthor, sin olvidar a un referente freak como Arnold Vosloo, protagonista inolvidable de La Momia y villano en una de las últimas temporadas de 24, que aquí se encarga de poner voz a Bar-El.
Me duele no disponer de tiempo para los cómics, pero el cine siempre está ahí, al rescate. Warner está produciendo muchas pelis animadas, y últimamente no están siendo del todo buenas. Pero yo no puedo evitar emocionarme cada vez que, tras el logo de la major, comienzan los créditos que nos sumergen en aventuras protagonizadas por estos mitos surgidos de las viñetas. Estamos ya a la espera de las nuevas pelis en imagen real, con el tercer Batman de Nolan, el Superman de Snyder o el inminente Green Lantern, de Martin Campbell. Es de suponer que ahí las historias estarán más trabajadas, para goce y disfrute de quienes hemos crecido con estos chicos.
Mi puntuación en IMDb:5.
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