Los poquísimos lectores habituales del blog terminarán por abandonarme, por pesado. Pero es que no puedo evitar dar la lata una y otra vez con ese tipo de cine que tanto me gusta, cada vez más. Trataré, cuando me toque hablar sobre estas pelis, de no repetirme tanto, de no soltar los tópicos de siempre, los mismos que acuño cuando me refiero a obras maestras como La huella, Náufragos, La soga o La trampa de la muerte. Sí, ya sabréis que me refiero al cine minimalista, ése de pocos personajes, pocos escenarios y una trama adscrita generalmente al género de la intriga. Pero es que no dejan de aparecer nuevas pelis así. Y yo, aplaudiendo con las orejas...
The Disappearance of Alice Creed, inédita en nuestro país, es una peli de secuestros, alejada de convencionalismos, no ya en cuanto a su desarrollo argumental, que también, sino por su falta de complejos a la hora de contar una historia disponiendo de cuatro duros. Porque es de alabar que se ruede una película, independientemente del género, con los escasísimos medios que ha tenido aquí J. Blakeson, guionista de The Descent 2, que demuestra aquí una enorme capacidad de generar cine a bajo coste. Lo tiene claro: ofrecer ajustadas dosis de suspense, ceñirse a parámetros vistos en otras producciones que sufrieron las mismas penurias en su concepción, y, como buen director de actores, sacar lo mejor de un trío de intérpretes susceptibles de premios y menciones.
Porque creo, si me he fijado bien, que nadie más aparece en la película. Sólo tenemos a tres personajes,a dos actores y a una actriz que no comparten con nadie más, en ningún momento, ni un sólo plano, ni una sola escena. Ni extras, ni figurantes, ni nada. Sólo ellos. Sólo una chica secuestrada por dos ex-convictos.
La apuesta del director y guionista queda clara desde el principio. Los preparativos del secuestro, con los dos responsables preparándolo todo, son de una rudeza sólo equivalente a la mostrada por los reclusos de esa obra maestra del cine carcelario que es Le trou, en la que, como aquí, sentimos cada maniobra, cada trabajo, con escasas palabras, dejando el bocata para el tiempo de patio. Los chicos que secuestran a Alice Creed ya están fuera de la cárcel, pero actúan como aquéllos que aún no habían salido de ella en la peli de Jacques Becquer. Son profesionales del crimen, que afortunadamente carecen del glamour y el encanto de los bribones recurrentes del cine de más presupuesto.
Sin querer desmerecer a la chica, una Gemma Arterton estupenda pero en un papel que casi se presenta como un mcguffin al servicio de los dos delincuentes, lo cierto es que quienes llevan el peso son ellos precisamente. Eddie Marsan y Martin Compston son dos secundarios del cine británico que nunca habían gozado antes de una oportunidad como ésta para demostrar su talento. Los dos, en sus papeles difíciles y casi antagónicos, están soberbios.
Estamos, por tanto, ante una peli de secuestros que transita con habilidad por el suspense, el cine negro y hasta por las movedizas arenas de los triángulos amorosos. Tiene algún fallo de guión perdonable, pero una sensación de solvencia, de empaque, que provocará que su reponsable tenga pronto una oportunidad en las ligas mayores.
Quiero pensar que a mi me ha gustado tanto, no ya por mi predilección por ese cine al que tan bien representa, sino porque es, realmente, una estupenda película. Os la recomiendo.
Mi puntuación en IMDb:7
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