Paseando por una pequeña localidad costera, una mujer, casi anciana, pedaleaba en una bici equipada con una de esas cestitas tan prácticas para quienes, como ella, sólo aspiran a mejorar su salud con un ejercicio moderado, aunque rechazadas para los más jóvenes, que buscan hacer más y más kilómetros. Pero esa imagen, esa señora, su bici y su cestita, me recordó a Jessica Fletcher, la adorable anciana encarnada en casi trescientas ocasiones por esa actriz maravillosa que es Angela Lansbury. Se ha escrito un crimen terminó siendo una serie de nula credibilidad, casi fantástica, por lo poco creíble que resultaba el hecho de que una señora resolviese a lo largo de su vida tantísimos crímenes. Pero, qué más da. A mi me hizo pasar momentos maravillosos.
Si me subiese al DeLorean y viajase a los últimos años de los 80, me encontraría conmigo mismo devorando cine en casa, descubriendo clásicos y modernas joyas ocultas. Pero también estaría, en una tarde cualquiera, merendando mientras disfrutaba de series televisivas inolvidables, cosas como el Batman colorista de los 60, Alf, Fraguel Rock o Se ha escrito un crimen.
No recuerdo cuál fue el primer episodio que vi. Supongo que sería en un momento de zapping, pero alguien tan aficionado como yo a las historias de investigación criminal, a los relatos negros y policíacos de Agatha Christie o Cona Doyle lo tenía todo para rendirse ante el personaje. Jessica Fletcher no era más que una nueva versión de Miss Marple, personaje al que precisamente había interpretado Lansbury en una flojita peli titulada El espejo roto. Como Jessica Fletcher, Lansbury me ganó, por su entrañable mezcla de sagacidad y ternura, por ser capaz de moverse entre crímenes con una solvencia pasmosa, por su condición de tía de cientos de sobrinos, a quienes en muchas ocasiones sacaba de apuros o de falsas acusaciones. Todo se repetía una y otra vez, y ella siempre se manejaba igual: con profesionalidad, impávida ante la casualidad redundante que le ponía constantemente al frente de investigaciones complicadas. Pero ella, escritora de misterio en sus ratos libres, los que le dejaban los crímenes que ocurrían en la realidad, lo zanjaba todo, para alivio de sus faliliares o de sus entrañables vecinos de un pueblecito precioso, como el que yo visité estos días, y en el que vi a una mujer en bici que podría ser la Jessica Fletcher del lugar.
Cuando descubrí la serie, me convertí en fan irredento. Tristemente, Televisión Española la movía de la programación constantemente, como siempre hizo con tantas y tantas series, y tuve que recurrir al vídeo VHS para grabarla cuando les daba por emitirla de madrugada. Después la emitió el canal autonómico, y, ya bien entrados los 90, creo recordar que fue Antena3 la que lo hizo.
Pero fueron tantas las temporadas y los episodios, que siempre había posibilidad de ver a Jessica Fletcher resolver crímenes. Hubo casos de todo tipo, episodios buenos y malos, deleznables y estupendos. Por la serie pasaron actores geniales, veteranos o noveles, futuras estrellas. Gente como Courteney Cox, Roberth Vaughn, Rod Taylor, Vera Miles, John Rhys Davies, Leslie Nielsen o un imberbe George Clooney se dejaron ver en la serie.
Para mi, que he visto, creo, casi doscientos capítulos (de un total de 264), lo mejor de Se ha escrito un crimen era su capacidad para, desde un punto de partida simplón y recurrente, crear un universo propio, con situaciones y personajes divertidos, reconocibles para quienes siguiesen la serie con ciertta puntualidad. Evidentemente no era necesario haber visto un capítulo para ver el siguiente, puesto que se trataba de asesinatos independienets en cada episodio, pero personajes como el Sheriff Amos Tupper, interpretado por Tom Bosley (de cuya muerte me hice eco aquí), o el Doctor Seth, a quien ponía rostro William Windom, ayudaban a crear cierta cohesión, para deleite de quienes disfrutábamos con la complicidad de esos habitantes de Cabot Cove, el pueblecito en donde vivían y que sufrió múltiples crímenes, todos resueltos hábilmente por Jessica Fletcher.
En estos tiempos de tanta creatividad en el medio televisivo, puede resultar grotesco hablar bien de una serie como Se ha escrito un crimen. No era una maravilla, era previsible, y, desde luego, poco verosímil. Nuestra querida tía Jessica se movía por todos los Estados Unidos, resolviendo crímenes pasionales, asesinatos por motivos económicos, laborales, asuntos de codicia y ambición. Conocimos, gracias a sus viajes, buena parte de la geografía del país, además de otras ciudades europeas, y, por supuesto, caminamos por cada adoquín de las callejuelas de su pueblo, Cabot Cove. Conocimos a su infinidad de sobrinos, primas, primos, hermanos y amigos, a quienes visitaba para ayudarles a escapar de acusaciones de asesinato infundadas.
Se ha escrito un crimen se emitió por primera vez en los Estados Unidos el 30 de septiembre de 1984, cuando conocimos a Jessica Fletcher en el episodio titulado El asesinato de Sherlock Holmes (pertinente título para un episodio bastante flojo). Contó con doce temporadas, y varios telefilmes que continuaron con las aventuras de nuestra adorable tía Jessica. Obtuvo cinco Globos de Oro, y dos Emmys, y convirtió a Angela Lansbury en una celebridad, condición que no había logrado antes a pesar de contar con una sólida carrera cinematográfica que incluía títulos como Luz que agoniza, El Retrato de Dorian Gray, Sansón y Dalila, El largo y cálido verano, El mensajero del Miedo o adaptaciones de Agatha Chistie como la citada El Espejo roto o la estupenda Muerte en el Nilo, quizás su calentamiento para meterse en la piel de una adorable investigadora criminal.
Contó con episodios buenos, malos, regulares, deplorables y magníficos. Fueron muchos años de entretenimiento, crímenes resueltos y sobrinos a quien visitar. A mi me hubiese gustado ser uno de ellos.
Que sirva esta entrada para homenajear a una serie mítica, a la que guardo un enorme cariño. Y, si os da alguna vez por matar a alguien, aseguraos de que Jessica Fletcher no ande cerca...
Ficha en IMdb
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