Nos quedamos sin cómicos, aunque no sin carcajadas. Es lo que ocurre con los actores, que se nos van, pero su obra permanece. Con Manuel Alexandre, con Antonio Ozores, con López Vázquez y María Isbert se nos van los cómicos, los artistas, alguno de los más grandes que hemos tenido. Pero si éstos seres humanos tan increíblemente buenos en lo suyo nos han llegado tanto, nos han dejado esa huelle imborrable, puede que sea porque son, eran, muy mayores. De hecho todos trabajaron hasta que su pila se gastó, haciéndonos disfrutar. El papá de María, José, hizo lo mismo. Tiraremos de cine en casa para seguir riéndonos.
Puede que María Isbert haya ido un pasito más allá que sus compañeros citados anteriormente. Todos han sido rostros fundamentales, recurrentes y habiruales en nuestro cine, en nuestro teatro y en nuestra tele. Todos eran como de la familia, pero María, era incluso algo más. Yo, por ejemplo, tengo la sensación de que ella nunca ha sido joven, de que siempre ha sido esa entrañable actriz que hacía papeles de mayor porque siempre ha sido mayor. Es inevitable cuando trabajas hasta los noventa sin parar. Que al final tantos trabajos como mayor se acumulan en los discos duros de los espectadores.
María Isbert debutó en el cine en 1944, casi nada, en una peli titulada La vida empieza a medianoche, dirigida por Juán de Orduña. Entre ésa cinta y Propios y extraños, del año pasado, se sucedieron trabajos que conformaron una carrera repleta de talento, bondad, y compañerismo, si nos atenemos a las agradecidas palabras de intérpretes mucho más jóvenes que ella, a los que apadrinó y ayudó para que encontrasen su sitio.
En tantos años hubo tiempo para todo. Para el cine más costumbrista, para directores imprescindibles como Buñuel o Berlanga, para éxitos de taquilla y pelis menos afortunadas. Si pincháis en su ficha de IMDb, que os dejo más abajo, veréis, seguro, títulos que habéis visto. Porque cuando desarrollas una carrera tan larga, y todo el mundo habla bien de ti, en lo profesional y en lo personal, es porque a la fuerza eres buena persona y buen intérprete.
Pero ella, como su increíble padre, era mucho más que una artista, mucho más que una actriz o que una cómica. Era un ser con cuya presencia alguna deidad nos obsequió para que nuestros malos momentos lo fuesen menos.
Allí arriba les está haciendo reír. A nosotros nos hizo reír un montón aquí abajo. Si es que nunca parará, y nosotros, encantados, aquí o allí.
Descanse en paz, la gran María Isbert...
Ficha en IMDb
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