Yo lo intento, pero es difícil dedicarle al blog todo el tiempo que me gustaría. Supongo que tendré que reducir el número de entradas, pero espero que sea en la menor cantidad posible... Vamos con Destino oculto.
No es Matt Damon un actor que patine en su proyectos. De hecho, sus últimos proyectos han funcionado bastante bien, y no se encuentran grandes fracasos en su filmografía. Ignoro qué tal irá Destino oculto en taquilla, pero me hago una idea sobre las opiniones que la crítica vertirá. Estamos ante un pequeño bodrio que los plumillas destrozarán, merecidamente...El señor Damon, por una vez, ha elegido mal...
Algo me ocurre con Philip K. Dick. Las adaptaciones cinematográficas de sus novelas o me encantan o las detesto, sin posibilidad de encontrar un término medio. Me chiflan Blade Runner, Desafío Total y Minority Report, y encuentro infumables Paycheck o Next. Destino oculto es sensiblemente mejor que estas dos, pero no se salva tampoco de la mediocridad más absoluta. Es de suponer que estamos ante un autor difícil, adorado por los aficionados a la literatura de ciencia ficción, que me imagino se habrán cogido, una vez más, un gran berrinche...
Pero ojo, que la cosa no empieza mal. Lo mejor que tiene el hecho de ir "vírgen" al cine, sin conocer detalles sobre la trama (y, claro está, sin haber leído la novela), es esa agradabilísima sensación que uno tiene cuando se sienta en la butaca y la cosa pinta bien, cuando la película nos interesa y nos hace albergar esperanzas de que tendremos una buena sesión de cine, lo que se incrementa por ese desconocimiento absoluto sobre los senderos argumentales. Destino oculto empieza con una estimulante presentación del personaje principal, un prometedor aspirante a senador que ve truncadas sus posibilidades por la publicación de un hecho pasado de dudosa moralidad en la siempre conservadora sociedad norteamericana. Al mismo tiempo, unos misteriosos señores ataviados con sombrero parecen conspirar en la sombra...He de reconocer que por un momento creí estar ante un thriller político-conspiranico, en la mejor tradición de El mensajero del miedo. Pero pronto recordé que, aunque no había indagado sobre la trama, sí sabía que había algo de ciencia-ficción, al tratarse de una adaptación de Dick.
Y ahí se estropeó todo...El "elemento Dick" es recogido con una torpeza enorme, truncando esa estupenda atmósfera que la presentación de los personajes había creado. Comienza la ciencia ficción y ya todo interesa menos. Antes, David Norris, el personaje de Damon, había pronunciado discursos épicos y conmovedores, había sido cruelmente derrotado en las urnas por un periodista y se había enamorado perdidamente de una desconocida en un aseo masculino. Quizás todo iba demasiado rápido, pero había buen cine ahí.
Precisamente hasta que los del sombrero se revelan. Su protagonismo no hace otra cosa que retomar ese cine fantastico pobre, mal explicado, y que se excusa en sus intenciones de crear dudas en el espectador para no mostrar los evidentes síntomas de recurrencia y previsibilidad. En ese sentido, estamos ante la típica historia del hombre asediado por el vigilante supremo, por un gran hermano místico que controla y dirige cada movimiento, argumentándolo con una supuesta necesidad de que todo fluya y, en fin, de que la destrucción total no llegue. Y Damon es aquí el elegido, Neo, Luke Skywalker o incluso Frodo Bolsón. Pero claro, inmerso en una historia mucho menos decente.
Y entonces llega la incredulidad, las carreras por las calles de Nueva York y todo eso que tantas veces hemos visto. El elegido se resiste a avanzar por la senda que el de arriba ha decidido y su rebelión da lugar a una historia de amor ñoña, y al manido discurso de "si no es por nosotros, los humanos se lo cargarían todo".
El responsable, que no lo he dicho, es un tal George Nolfi, guionista de cosas interesantes como La sombra de la sospecha o El ultimátum de Bourne, y que aquí debuta como director. Junto a la pareja Matt Damon-Emily Blunt, tenemos a secundarios excelentes como Terence Stamp o John Slattery, con un look muy parecido al que muestra en Mad Men. Pero todos ellos están perdidos en un guión torpe, aburrido y, por momentos, ridículo.
El tiempo del cine excelso en la cartelera parece haber pasado ya. Si enero y febrero son los meses en los que las salas reciben esas geniales pelis oscarizables, en marzo comienza siempre la recesión. El oso Yogui, Saw VII, Sígueme el rollo o el último trabajo de Nicolas Cage, Tiempo de brujas, que espero ver estos días para comprobar que es el bodrio que parece ser, confirman esta tendencia. Y este viernes llega Torrente...
Mi puntuación en IMDb:4.
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