Todo comenzó allá por 1982, cuando una madre llevó al cine a su hijo de 6 años por primera vez. En uno de aquellos cines de antes, de pantalla enorme, se proyectaba E.T., y, desde aquel día, aquel niño descubrió una indescriptible necesidad por repetir la experiencia, una y otra vez...
miércoles, 23 de marzo de 2011
Unthinkable
Siempre hay cine interesante que nos quedamos sin ver en nuestros cines, y es que si Torrente ocupa 600 salas, poco espacio queda para otras cosas como Unthinkable, teniendo en cuenta que además una cuota de salas importante queda relegada a esos estrenos infantiles que garantizan jugosas taquillas, aún sin llevar el bendito sello Pixar. Ignoro los criterios por los que se rigen las elecciones de las distribuidoras, aunque es conocida la imposición de las majors de que las salas exhiban películas infames para que puedan también exhibir los blockbusters. La peli de la que hablo hoy hubiese funcionado, creo, relativamente bien, pero de momento no hemos podido verla. A mi me ha gustado mucho.
La premisa es sencilla, aunque impactante. Se trata de una historia intensa, de pocos personajes y escenarios (esas características que a mi tanto me gustan), pero de hipotéticas consecuencias sobre mucha más gente, incluso sobre todo un país. En estos tiempos en los que todavía no se ha superado la paranoia post-11S el terrorismo sigue siendo una buena excusa para parir thrillers repletos de adrenalina. Pero Unthinkable tiene un referente claro, personificado en ese Jack Bauer que durante unas cuantas temporadas evitó atentados a base de acción, resolución de conspiraciones y, no lo olvidemos, torturas...
Ése es el eje fundamental de la película. Estamos ante un duelo frenético entre dos actores enormes, Samuel L. Jackson y Michael Sheen, torturador y torturado, protagonistas de un juego de gato y ratón en el que Jackson quiere convertirse en tigre inmisericorde. Podría debatirse, como durante tantos años se hizo con 24, acerca del mensaje derivado de la cinta, acerca de la depravación moral que supone el hecho de torturar a un tipo inflingiéndole un dolor impensable, como precisamente señala el título. Pero más allá de eso, y asumiendo que la película sí pretende abrir el melón, a mi me ha convencido porque, básicamente, es una peli entretenidísima.
Es desagradable en ocasiones, aspecto éste que puede explicar las reticencias de los distribuidores a la hora de estrenarla. En cierta medida, recuerda a aquella pequeña peli estrenada hace unos años, Expediente Anwar, que sin embargo era mucho menos explícita y sangrienta que ésta. No está de más señalar que determinadas escenas pueden ser no aptas para determinados estómagos, aunque creo que merece la pena apartar la mirada unos segundos y asistir al frenético desenlace.
Los dos están geniales. Samuel L. Jackson se mueve como pez en el agua en un papel excesivo, y Michael Sheen demuestra una vez más que es el actor más versátil de la actualidad, capaz de ser Tony Blair, un licántropo o un terrorista fanático, y siempre ofreciendo interpretaciones excelentes. Carrie Anne-Moss pone, o intenta poner, la cordura, en un papel intenso y difícil.
Merece la pena verla, y quien después quiera sumarse al debate, tendrá un aliciente añadido. Yo he pasado un ratín muy muy entretenido.
Mi puntuaciónen IMDb:7.
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