Se juntan en Morning Glory circunstancias que provocan que la decepción sea mayúscula. Tristemente, nos estamos acostumbrando a que cada nueva película de Harrison Ford se convierta en un pequeño fracaso, pero aquí los alicientes eran muchos. Al menos, yo tenía esta película marcada como una de las que posiblemente me devolviesen no al mejor Ford, pero sí a un Ford resultón, al rostro carismático capaz de provocar interés. Nada de nada. Cero patatero. Os explico las razones...
La primera es evidente. Harrison Ford es un icono, uno de los tipos que mejores momentos nos han hecho pasar a todos en las salas de cine, además de ser el actor más taquillero de la historia. Por eso,cada nuevo proyecto en el que participa despierta el interés de un público que le sigue considerando uno de los grandes. Pero puede que semejante estatus esté cambiando, al menos para los que manejan la industria. Un aspecto me llamó la atención cuando sólo iban escasos segundos del metraje de Morning Glory: el nombre de Harrison Ford no era el primero en aparecer en los créditos, y dicho honor correspondía a Rachel McAdams, una chica en alza, sin duda, pero a años luz de la trascendencia de su compañero de reparto.
Puede que sea el típico acuerdo fruto de la disputa de los agentes de las dos estrellas, pero semejantes discusiones ni se planteaban hace no mucho tiempo, cuando el intérprete de Indiana Jones y Star Wars era el rey indiscutible. Y volviendo al fracaso del Ford de los últimos años...¿quién puñetas escoge los guiones de alguno de los mejores actores todavía vivos? ¿Quién aconseja o supervisa a Robert DeNiro? ¿y a Al Pacino? ¿y a Harrison Ford...?. Éste estrenó en 2008 la cuarta entrega de Indiana Jones, que logró una estimable taquilla aunque se quedase lejos de la brillantez de las tres primeras, pero el resto de películas en las que ha intervenido últimamente son despojos del calibre de Hollywood; Departamento de Homicidios, Territorio Prohibido o Medidas Extraordinarias. Lamentablemente, Morning Glory se incluye en ese grupo de películas olvidables, indignas de un tipo que es una leyenda del cine. Lo próximo es Cowboys & Aliens, por lo que yo, al menos, rezo para que el cine de género rescate a uno de mis favoritos de esa senda de fracasos...
Otro motivo para el desencanto es el género que el bueno de Ford había escogido esta vez. El cine sobre periodistas siempre había proporcionado buenas películas. Así, a bote pronto, yo recuerdo Luna Nueva y aquella estupenda posterior versión de Billy Wilder, Primera Plana. Network fue otra magnífica peli, que, como ésta, se desarrollaba en el mundo de la televisión, aunque con un componente dramático que la situaba en otro escalón. Interferencias también se adentraba en una cadena televisva, y era además una libre versión de esa historia contada en Luna Nueva y Primera Plana. Todas ellas eran interesantes, buenas, susceptibes además de más de un visionado para disfrutarlas. Morning Glory es tan prescindible como olvidable.
Y finalmente, chirría ver a un tipo como J.J.Abrams como productor. Estamos ante el genio que ha volteado la ficción televisiva con las maravillas que son Lost, Alias o Fringe. El que sorprendió con su Star Trek, o con esas pelis de género que produjo, como Monstruoso, sin olvidar que salió bien parado de su encargo de rodar la tercera entrega de Mission Impossible. Aquí cambiaba radicalmente de género, de intenciones y de público potencial, pero yo al menos esperaba una nueva propuesta, algo distinto, algo mejor...
Por todo ello decepciona Morning Glory. Estamos ante una historia típica, algo así como un remake de El Diablo viste de Prada, película con la que ésta comparte guionista, Aline Brosh McKenna. Si en aquélla Anne Hathaway se abría camino en el mundo del periodismo sobre moda, aquí Rachel McAdams lo hace en el mundo del periodismo televisivo, en una carrera sorprendentemente fácil, tristemente edulcorada. Cada personaje es de un estereotipo lamentable, desde los veteranos Harrison Ford y Diane Keaton hasta esos secundarios casi bobalicones. Todo canta, todo resulta de un interés nimio.
Y por supuesto, es previsible hasta los tuétanos. Sólo la presencia de Harrison Ford, paradójicamente, sirve para que la aguantemos hasta el final, ya que, por supuesto, en peores plazas hemos toreado. Pero yo pensé que sería otra cosa...
En los últimos años Robert De Niro ha hecho El escondite, El enviado, Stardust, Algo pasa en Hollywood o Asesinato justo (además de las inevitables secuelas de Los padres de ella). Al Pacino por su parte nos ha obsequiado con cosas como Una relación peligrosa, Apostando al límite, 88 minutos y, con De Niro, Asesinato justo...Y Harrison Ford no les va a la zaga en cuanto a bodrios. ¿Qué os pasa chicos...?
Mi puntuación en IMDb:5.
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