La palabra "artesano" adquiere especial relevancia si nos referimos a un cineasta como Peter Yates, a quien la guadaña nos arrebató, siguiendo la horrible racha de estos días, el pasado día 9. El cine, en sus más de cien años de historia, ha situado en lo más alto de un hipotético pódium a un gran número de directores, y aún más en los siguientes escalones, más abajo, el de los profesionales competentes que no pasan a la historia pero que terminan por labrarse una filmografía en la que siempre encontramos alguna película que nos marcó. Es éste el caso del británico Peter Yates.
Nacido en Aldershot (Hampshire), Peter Yates logró especial relevancia, con sus primeros trabajos como director. Tras haber trabajado en series de televisión, como El Santo, en 1967 recibió importantes elogios por El gran robo, basada en el asalto real al tren de Glasgow ocurrido pocos años antes del estreno de la película. Este éxito le condujo a Hollywood, en donde inmediatamente obtuvo el éxito que supuso dirigir a Steve McQueen en la icónica Bullit, por muchos pionera en las escenas de persecución de coches, en este caso por las calles de San Francisco.
Bullit asombró por su pericia técnica, y logró el Óscar al mejor montaje, además de la nominación al mejor sonido, y nos dejó la imagen inolvidable de Steve McQueen a bordo del Ford Mustang Fastback, que alguna compañía ha utilizado en los últimos tiempos como reclamo publicitario.
Tras John y Mary y La Guerra de Murphy, Yates volvió al cine de atracos con la estupenda Un diamante al rojo vivo, en la que contó como protagonista con Robert Redford. El confidente, con Robert Mitchum, fue otro moderado éxito, y quien esto escribe siempre recordará dos películas de género que tuve la oportunidad de disfrutar siendo un crío en sendos pases televisivos: Abismo y Krull, con las que descubrí a Peter Yates.
Me da que esta noche me sentaré en el sofá para ver Bullit...Descanse en paz, Peter Yates.
Ficha en IMDb
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