Porque Pájaros de papel ha sido, en mi opinión, la mejor creación de nuestra industria en 2010. Y me parece un insulto que cuente sólo con dos nominaciones, como mejor director novel y como mejor canción, ambas para Emilio Aragón. Ignoro si la consideración de Aragón como sujeto televisivo, encasillado o injustamente considerado únicamente como productor para la pequeña pantalla ha pesado demasiado, pero, en el caso de que así haya ocurrido, muchos académicos deberían de hacérselo mirar. Si los trabajos de Imanol Arias, Lluís Homar, Carmen Machi, o el de los técnicos de sonido, decorados y montaje no figuran entre lo mejor del año, entonces yo no acierto a comprender cuáles son los criterios bajo los que se rige todo esto.
Y no seré yo quien niegue las virtudes de las películas que copan las principales nominaciones. He de ver todavía También la lluvia y Pa Negre, pero considero que Balada triste de trompeta y, sobre todo, Buried (película ésta más americana que española, por mucho que nos arrimemos al éxito), son películas más que dignas, aunque a mi el último trabajo de de la Iglesia me haya defraudado un poco.
El domingo 13 de febrero conoceremos a los ganadores, en una gala presentada, una vez más, por Buenafuente. No ha sido un mal año para el cine español. Buried me parece una película prodigiosa, y tengo pendientes de ver varias de las que espero bastante. Pero creo, sinceramente, que la que se lleve el premio gordo no será la mejor película española de 2010.
Todos los nominados
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