Suele pasar. Son muchísimos los ejemplos de actores y actrices que se nos mueren con un sólo éxito, con un único trabajo relevante. El cine eleva a los altares a intérpretes que durante un tiempo viven instalados en un éxito puntual, del que posteriormente reniegan, asumiendo que en el largo plazo han sufrido un encasillamiento atroz. El caso de Maria Schneider fue especialmente sangrante. Su película fetiche no fue un clamoroso éxito de taquilla, sino el objeto de una polémica escandalosa, fruto de una audacia de un cineasta llamado Bernardo Bertolucci, que ahora que la actriz se ha muerto se lamenta por no haber "podido" pedir perdón. Francamente, viendo hoy El último tango en París me atrevo a decir que todo aquello no mereció la pena.Que se trata de una película mediana que se sirvió de la inocencia de una jovencísima actriz para pasar a la posteridad. Nunca me gustó esa película, y, sabiendo del padecimiento de su protagonista femenina, me da que le tendré más manía ahora que ella ya no está con nosotros...
Todos conocemos la historia. Marlon Brando interpretó a un cuarentón que acababa de enviudar, y que conoce a una joven de veinte años con la que mantiene una tórrida relación sexual. Era 1972, y Bertolucci era ya un cineasta considerado. Hoy sabemos que actor y director conspiraron para que la joven Schneider se prestase a una escena mítica, que muchos de nuestros padres y abuelos disfrutaron en tierras francesas, ya que aquí la censura impidió el estreno de la película. En nombre del arte se pueden justificar ciertas cosas, pero, en mi opinión, no todas. La joven Schneider recibió escéptica la propuesta de un Marlon Brando que ya era una leyenda, y de un director de cine que comenzaba a despuntar. Y de ahí a la mantequilla sólo había un paso.
Claro, la chica saltó a la fama, y ganó el premio David Di Donatello en 1973, gracias a aquel papel. Pero ese mismo registro le marcó para siempre, hasta el punto de condicionar todas las ofertas posteriores.Después de aquello participó junto a Jack Nicholson en El reportero, y desarrolló una discreta carrera en Francia e Italia. Sería nominada al César en 1980, por su papel en Toda una mujer.
En cualquier caso, todo quedaría eclipsado por aquel papel, que le provocaría una profunda crisis personal. Nunca me ha gustado especialmente el cine de Bernardo Bertolucci, pero declaraciones como las que realizó estos días, con motivo de la muerte de Maria Schneider, hacen que me caiga especialmente mal. Y es que no hay que esperar a que el cáncer se lleve a la que fue víctima de un engaño, de una manipulación burda que dio lugar a una película sobrevalorada, para pedir perdón por determinadas actitudes.
Que descanse en paz, Maria Schneider...
Ficha en IMDb
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