Lo mejor de la corriente de películas superheroicas que nos invade, es que los grandes estudios acuden a los cómics para adaptar también otras historias que poco o nada tienen que ver con los pijameros. Y en muchas ocasiones, las páginas de esos tebeos esconden argumentos fantásticos, tramas geniales que se convierten en películas estimables. Así ocurrió con maravillas como Camino a la Perdición, Una historia de violencia o V de Vendetta, por citar sólo algunas de las más destacadas. Si algo tienen en común esas cintas es que vieron la luz al rebufo de los éxitos de las protagonizadas por los superhéroes, auténticos abridores del enorme melón que para el cine es el noveno arte. Red es otro de esos cómics exitosos que no está protagonizado por superhéroes, aunque, lastimosamente, la película que lo adapta no es nada del otro jueves...
No conozco el cómic, por lo que mi análisis estará libre de condicionantes relacionados con la fidelidad al original y otras cuestiones que los acérrimos aficionados siempre tienen en cuenta. Red es una historia de espías en clave de humor, protagonizada por unos agentes secretos retirados que se ven en la necesidad de volver a la acción por una trama urdida para acabar con sus vidas. Fallan muchas cosas, aunque algunas buenas también hay.
Lo primero que se detecta es esa sensación de producto manufacturado desde arriba, algo inherente a toda superproducción que se precie, o a todo proyecto de esa potente industria que es Hollywood. Pero precisamente lo mejor de ese sistema de producción es la incursión, en ocasiones, de señas de identidad que se imponen frente a la rutina de una forma de hacer cine condicionada por los estándares básicos. Red parece dirigida y perpetrada desde esos despachos impersonales, que buscan nombres de prestigio en el reparto, explosiones por doquier y efectos visuales variados. En ese sentido, el alemán Robert Schwentke, como su compatriota Floren Henckel von Donnersmarck en su película El Turista, es engullido por los productores, algo de lo que sí logró escapar, en cierta medida, con su debut en Hollywood, con Plan de vuelo: desaparecida, gracias al rirmo narrativo que supo impregnar en una cinta que tenía todas las papeletas para convertirse en otro de esos productos hechos en serie.
El guión, claro, queda eclipsado por esas pretensiones vacuas de creatividad. Ignoro si la trama responde a lo contado en el cómic, pero lo cierto es que las peripecias del ex-agente de la CIA encarnado por Bruce Willis resulta poco interesante, por su falta de credibilidad y por esa sensación de que todo ocurre a salto de mata, de forma apresurada, sin tiempo para profundizar, aunque sea un poquito, en unos personajes que desde la distancia podrían parecer interesantes. Se puede argumentar que esto es cine de evasión, que no se toma en serio a si mismo, pero todo eso ya ocurría en Wanted, otra reciente adaptación de un cómic, protagonizada por Angelina Jolie, y con el que yo sí me pasé un rato entretenido.
Lo cierto es que el cine de agentes secretos en clave de humor pocas veces logra resultados satisfactorios. Si dejamos a un lado las versiones paródicas, yo sólo recuerdo Mentiras arriesgadas, como ejemplo de lo que debe de ser una película así. Claro que aquélla se beneficiaba del estupendo guión de La Totale!, la cinta francesa en la que se basaba, y a la que el gran James Cameron añadió las explosiones y todo lo demás. Pero, más allá de esa película, me cuesta recordar alguna estimable.
Eso sí, hay dinero para un reparto de impresión. Bruce Willis ofrece más de lo mismo, con ese personaje tan recurrente cuando se trata de comedia. Yo, que me volví loco con Mary-Louise Parker en la maravillosa El ala oeste..., me siento algo defraudado por lo trillado de su personaje, que llega a veces a resultar cargante. Helen Mirren es una de las mejores actrices vivas del momento, pero nadie se la puede creer disparando una ametralladora. Morgan Freeman está desaprovechado, y John Malkovich sí triunfa, en un papel hecho a su medida, que, tristemente, se merecía más protagonismo, ya que protagoniza los únicos momentos hilarantes y verdaderamente divertidos.
Las hay mucho peores, pero aquí había mimbres, me temo, para hacer algo mejor. Es una propuesta cachonda, pero semejante pretensión no debe de implicar la barra libre. Hay que cuidar algo más la historia, los personajes, y añadirles todos esos dólares que sabemos que abundan. Sobre todo, si se compra una licencia como es el cómic de Warren Ellis, que yo no he leído pero que intuyo, ha de ser más interesante que esta película.
Mi puntuación en IMDb:5.
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